martes, 13 de octubre de 2009

COMO PIDIENDO PERMISO

Atendiendo la invitación del colettivo Retícula, he de comenzar hoy, en esta madrugada vivaldesca, posterior a ese día feriado de sentires encontrados en que -oh ironías- se recuerda un encuentro cuya huella todavía magulla y hasta hiere.

Pero el pasado tal vez el único remedio que tenga es la manera en que lo vemos, pues es historia y la historia se escribe con letra nuestra, con semántica colectiva, ergo desnudable y redimensionado desde nosotros mismos, desde nuestra manera de entendernos y de entender el mundo.

Cuando escribo nuestro no quiero referirme al significado usual que solemos leer sino al significado "real" de la palabra: nuestro, de nosostros, de todos. No ese nuestro como sinónimo de mío que solemos interpretar en las lecturas, producto tal vez de esa extraña y sospechosa forma de escribir en la que el que escribe parece diluirse en conjugaciones mayestáticas, de aparente respeto al lector, cuando en muchos casos no son más que formas -digo yo- de esconder responsabilidades.

Y valga entonces el mismo nombre de esta bitácora, RETÍCULA, para comenzar a hilar desde quien esto escribe las ideas que han conducido ya, desde sus casi infinitas postergaciones, al nacimiento de este espacio para el compartir.

RETÍCULA viene a ser como el diminutivo de red; o sea, una redecilla. Por allí se cuela, entonces, la imagen tal vez abstraida -¿abstracta?- de un conjunto de puntos que flotan en el espacio -algún espacio, que ya veremos a cuál idea de espacio se parece- y que están unidos entre sí mediante segmentos de ¿rectas? ¿pedacitos unidimensionales de ese espacio? ¿conjunto infinito destacado de esos mismos puntos?

Esa retícula da idea de entramado, de urdimbre -aunque no todo tejido es una retícula-, da la idea de que esos puntos somos nosotros, yo más tú más otros "nosotros", y que ese hilo o recta que nos une viene a representar lo que nos relaciona, lo que nos construye desde ese otro u otra vitales.

Esa redecilla que da buena idea del para qué estamos en este entramado, cuyas caras legibles serán pues estas ventanas, estas letras, estas líneas desde las que pretendemos acercarnos para tejer más red, par añadir más vínculos, más aristas a esta red que más que bidimensional debemos tratar de que fluya en la cantidad de dimensiones necesarias para que esta complejidad maravillosa en la que vivimos comience a efervescer, a cobrar vida, acción y pasíon.

Volveré con más